Cuarto hábito: Aprender a apreciar los detalles

Llegar al subte y tener un asiento para sentarte, que sea un día de sol, que te manden un lindo mensaje al despertar, que encuentres una oferta de algo que ibas a comprar, que te llame alguien que hace mucho no ves, colgarte mirando como las ramas de los árboles se mueven con el viento, comer algo rico…

Hay tantas pequeñas sorpresas y detalles que nos pueden alegrar nuestra  vida cotidiana! Simplemente hay que estar atentos y conscientes de que puede pasar o también hacer que pasen. Para hacer que pasen, primero, agradecer. Agradecer: que puedo caminar, que tengo un techo cuando llueve, que puedo decir “esta comida no me gusta” y elegir otra. Que puedo leer o elegir no leer y ver una película… Hay tantas, tantas cosas que nos pasan todos los días y que damos por sentadas!

Yamapolas luego, la contraparte: ofrecer lo que tenemos, un abrazo, una palabra de aliento, o simplemente escuchar a alguien que lo necesita, por cinco minutos. También son detalles que le pueden cambiar el día a alguien que no está bien.

O también parar con la vorágine del día, quizás para apreciar un arco iris, una mariposa que se posa cerca, o una canción que nos gusta que están pasando en la radio. A veces vivir en la ciudad no nos deja apreciar la belleza que está a nuestro alrededor, y que no percibimos por estar apurados. Pensar que no son las cosas que nos pasan sino dónde ponemos la mirada, lo que convierte un día malo en uno de transformación o de oportunidades. La predisposición, la apertura, en dónde ponemos el énfasis, ayudan mucho en este aspecto.

Vos, ¿sabés apreciar los detalles?

 

Palabras clave: hábitos, agradecimiento,

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