Preguntas incomodas?

¿Dónde querés estar dentro de 5 años?

Qué me generan las preguntas sobre mi futuro?

Si las preguntas producen emociones de rechazo, o incluso angustia, entiendo que mi proyección puede ser un trabajo rutinario, la imposibilidad de compartir buenos momentos e incluso enfermedades…

Por el contrario, si despiertan en mí alegría y entusiasmo, comprendo que voy por un camino genuino: doy valor a mí trabajo y puedo disfrutar de la compañía y de la salud de mi cuerpo.

La pregunta es sólo un espejo de cómo mi accionar actual repercutirá en mi vida.

Querés conversar y diseñar lo que quieras que pase? Te acompaño en el proceso!

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Visualizar, oír y palpar tu objetivo

Hoy te acompaño a #visualizar:
Muchas veces se nos dice que «visualicemos» nuestros objetivos. Sin embargo, para que la experiencia sea completa, nuestra imaginación debe ir más allá, no sólo en lo visual, sino en lo auditivo y en lo kinestésico (la piel, el gusto, el olfato). Cómo será alcanzar lo que deseamos? Tomémonos unos segundos para imaginar:

Qué es lo que vemos? En qué lugar estamos? Con quiénes?
Qué escuchamos? Qué voces nos hablan y qué nos dicen? Hay música?

Qué sostenemos en la mano? Qué olores hay en ese ambiente, qué es lo que puedo saborear? Cómo se siente en la piel?

#Visualizar no sólo es un ejercicio, sino el primer paso a la realización.

Contactame para acompañarte en tus #procesos! La primera conversación es #gratis!

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¿Cómo nos estamos relacionando?

En este post, vuelto a escribir a cuatro manos y que sale de una charla de domingo por whatsapp, conversábamos acerca de cómo nuestras relaciones van cambiando. Nos dimos cuenta de a veces caemos en un círculo de acción y reacción, en donde si bien nos sentimos en terreno conocido, no nos resulta cómoda ni del todo placentera la situación. Para pensarnos, se nos ocurrió una comparación con un juego.

¿Jugaste al Go alguna vez? es un juego japonés, milenario. go ret.pngHay quien dice que es mucho más complejo que el ajedrez, y eso que solamente tiene piezas blancas y negras. El juego consiste en ocupar la mayor parte del tablero con nuestras fichas, poniéndolas de a una por vez, y retirando piezas de nuestro contrincante, “ahogándolas” para tomarlas.

Hay una jugada que se llama “Ko”: es una jugada prohibida. El Ko consiste en que, dada una jugada para tomar una pieza, el contrincante puede hacer una jugada simétrica para recuperar su pieza. Este movimiento está prohibido porque se podría hacer una jugada y su respuesta indefinidamente, llevando el juego a una repetición interminable.

Creo que se puede ver como una analogía de situaciones y respuestas que dan lugar a un ahogamiento en una relación. Hago esto, la otra persona hace un movimiento análogo, y así indefinidamente, sin llegar a ningún resultado, repitiendo conductas que no nos dejan fluir. Discusiones que se repiten una y otra vez, sin llegar a un acuerdo y diciendo casi palabra por palabra lo mismo. La propuesta es usar la regla del Ko: “No juego más a esto”.  Cuando nos damos cuenta de esto, podemos “jugar” a otra cosa, sin caer en Ko. O podemos, siguiendo con la analogía, abandonar el juego y decidir que con esa persona ya no nos interesa relacionarnos.

Ya dejando el juego de lado, las relaciones humanas son muchísimo más complejas que el Go. Y, por supuesto, siempre se puede buscar otra vía de acción u otra manera de relacionarnos. Pero ¿qué sucede cuando la otra persona se ha acostumbrado a relacionarse de una manera dañina para mí? Quizás recién ahora soy capaz de verlo y actuar en consecuencia…

Como conclusión de esta charla llegamos a que quizás lo importante es verlo: ese momento donde prácticamente nos damos la mano contra la cabeza: “¿Cómo llegamos a esto?”. El curso de acción dependerá mucho de nuestras posibilidades de renegociar cómo relacionarme, o bien de simplemente alejarme.

¿Estuviste en Ko alguna vez?

Te dejamos un video de cómo jugar Go:

 

“El ‘no’ ya lo tenemos”: No dejemos pasar las oportunidades!

Las circunstancias que nos toca vivir a veces no son las que querríamos. Y luego de ese momento inicial, de gritar al cielo (“¿por quéeeeee?”) como si hubiera respuesta, ¿qué se hace? La vida no es justa y hay que hacerse a la idea. Criticar y quejarse es una opción que es socialmente aceptable. ¿Nos beneficia? Quizás en una primera instancia nos alivia, pero luego no lleva a nada constructivo, sino que nos posiciona en un lugar destructivo de oportunidades.

oportunidadLas oportunidades no llueven desde el cielo o desde el poder. Oportunidades hay en todos lados para el/la que quiera verlas, como mi primo (músico, DJ, y arreglador de computadoras) cuando se fue a Barcelona en plena crisis española porque vio la oportunidad de desarrollarse mejor que en Buenos Aires. Todo el mundo le decía que estaba loco. ¿Qué vio él que otros no veían? Un tipo creativo, que en Buenos Aires no era remunerado por su arte, allá sí. Y arreglaba compus, que no es un oficio común allá (sólo están las casas oficiales) así que cerró sus ingresos mejor que en Argentina, gracias a un “rebusque” típicamente argentino.

Es muy difícil, quizás, ver en tu propio entorno las posibilidades que se abren. La mayoría de ellas van de la mano de gente que conocemos, y que ante la crisis o un cambio de escenario nos decimos: ¿y qué tal si probamos juntos esto o aquello?

Lo importante es que el miedo no nos paralice: que el impulso, el deseo, le gane la partida a la parálisis que a veces se siente ante lo nuevo y que como sea, actuemos. Es notable la cantidad de ideas que aparecen cuando las compartimos con gente de nuestra confianza, que nos puede dar su perspectiva para enriquecerlas. “El “no” ya lo tenemos”, es decir que si no hacemos nada, ya nos hemos bloqueado un nuevo camino. Intentarlo no nos asegura el éxito, pero tras muchas pruebas fallidas puede salir, finalmente, aquella que nos lleve hacia un trabajo o hacia concretar un proyecto, o continuar con lo que nos apasiona… Quizás estamos tan distraídos justificando nuestra propia visión de la realidad, que no nos dimos cuenta que esta mirada ya no se condice con lo que nos pasa por delante de la cara, y debemos cambiar. No resignarnos, que es una palabra horrible, sino resignificar lo que pasa en nuestro entorno. Darle un significado nuevo que nos abra puertas para continuar.

Y también es una posibilidad: ¿qué pasa si nos dicen que sí?  

Palabras clave: crisis, oportunidad, miedo, equipo, proyecto

La alegría ¿es obligación para las fiestas?

El otro día vi una película donde los protagonistas eran los sentimientos de una persona, y me hizo reflexionar sobre el papel que le damos a la alegría y a la tristeza en nuestras vidas, sobre todo ahora que se acercan las fiestas.

«¡Seamos felices, que lo demás no importa!» se dice, como si ser feliz fuera un estado permanente y absolutamente voluntario.

A veces, ubicamos la felicidad como la llegada a un resultado, un objetivo alcanzado, y tenemos una gratificación por eso. Las fiestas y los rituales nos ubican en esa instancia: hicimos esto o aquello este año que se termina, compartimos una fiesta en familia, y muchos, también una celebración religiosa.

brindis fin de añoAhí donde la felicidad es algo extraordinario, enorme e inalcanzable, hace que lo cotidiano siempre sea ordinario, sin brillo propio. Pero ¿qué pasa con aquellas personas que realmente no se sienten con ánimo festivo, que no se quieren reunir con nadie, ni sienten que «deban» festejar? El brillo pasa a ser algo forzado, y la alegría, un esfuerzo para quedar bien con los demás. Entonces me pregunto ¿por qué no respetar que alguien pueda estar triste, que pueda transitar esa tristeza o lo que sea que siente de la manera que elija, sin obligarlo a participar de algo que le es ajeno?

Las fiestas pueden ser un momento de celebración, pero también de introspección. Y si hay algo ahí dentro nuestro que sentimos que debemos solucionar en soledad, o con una compañía no habitual… Bueno, ¡a juntar coraje y decirlo!

Porque la felicidad, como la paz, no son regalos, son hábitos de vida, hay que trabajar en aprender a ser feliz. Y saber que habrá momentos en que esa felicidad se nos escapa, pero que podemos volver a recuperarla, tan sólo sabiendo transitar los otros sentimientos que quizás no nos son tan gratos: la incertidumbre y el miedo por el futuro, la tristeza por los que ya no están, la frustración por un proyecto que no se realizará. Habiendo recorrido ese camino que nos tocó, volver a encontrar la felicidad en otros paisajes, renovando los vínculos que creemos más necesarios y retomando, quizás, nuestras ideas pero en nuevos proyectos.

Los simples momentos, las situaciones cotidianas, traen felicidad. Saber apreciar los pequeños gestos de amabilidad y también tenerlos; agradecer aquellas cosas que damos quizás damos por sentadas pero que son importantes: una ducha renovadora, una comida con buena comañía, un gato que nos ronronea; llegar a tu trabajo y que el clima laboral sea agradable.

La felicidad no es algo permanente. Y ¿saben que? ¡nada lo es!

 

Palabras relacionadas: emociones, procesos, respeto, fiestas, alegría y tristeza

Compañeros de viaje

Cada vez que viajo en cole, combi, tren, o en cualquier medio de transporte, muchas veces estoy atenta a lo que sucede a mi alrededor y logro entablar una conversación con mis compañeros de viaje. Si bien, a veces, tenemos miedo a lo desconocido, en esos espacios públicos, siempre he visto muestras de gran solidaridad, desde el que me ofrece una pastilla para la tos, hasta el que me dice que me saque un colgante del cuello para que no me lo roben.

Sin duda, lo que más me gusta, son las conversaciones con pasajeros, siempre somos mas sinceros, si le hablamos a un desconocido/a sobre las situaciones de nuestra vida cotidiana. También, en esos intercambios, aparecen frases o modos de ver al mundo, a veces, tan diferentes al mío, que me invitan las cosas de otra manera. Me permiten darle una vuelta nueva a un viejo problema o perspectiva. Me sirve para entablar vínculos, para intercambiar, para emocionarme, reflexionar, hacer propuestas y ponerme en el lugar del otro. Generar empatía, ayuda a que seamos más humanos, más sensibles y por ello, más fuertes.

También están los compañeros silenciosos: aquellos que prefieren su propio mundo, ya sea porque están meditando alguna cuestión importante… O simplemente no están de humor para entablar un diálogo. Son espacios donde hay un silencio necesario, que hay que saber respetar.

compañeros de viaje

Pero creo que los compañeros más valiosos son los que elegimos. Aquellos que nos acompañan en un viaje más largo, con los cuales planeamos adónde ir y en qué medio de transporte y cuál será el alojamiento. Tanto sea a dedo, de mochileros y en carpa, como en avión a un hotel, y todas la gama intermedia de posibilidades.

Los viajes planeados nos dan una oportunidad única para vivenciar qué tal nos llevamos con pareja, familia y amigos. Nos sacan de la cotidianeidad, y nos sacuden la rutina, para conversar sobre otros temas y poder redescubrirnos.

Lo inesperado de los viajes, hasta los planeados al detalle, nos ofrece situaciones únicas con las que lidiar en conjunto. Y, tanto sea un contratiempo como una posibilidad de excursión que desconocíamos, nos permiten ver qué tan parecidos o diferentes somos con nuestros compañeros, cómo nos enfrentamos con las dificultades, o qué tan bien nos adaptamos a las oportunidades. De qué manera negociamos lo que queremos hacer con los demás, y también si decidimos cambiar los objetivos del viaje, puntos de interés y demás.

Vos, ¿cómo te llevás con tus compañeros de viaje?

 

Palabras clave: viajes, compañeros, conversaciones

La paciencia y las mermeladas

Hace como cinco años que hago mermeladas caseras. Empecé con una mermelada de frutilla, porque en esa época del año estaba barata: mire un par de recetas por internet y arranque con el preparado. La hice entre la receta y la intuición, como cualquier acto que hago en mi vida.
Preparar una mermelada parece una tarea “exótica” o se nos puede presentar como muy trabajosa. En parte, lo es porque hay que lavar la fruta, dejarla reposar y luego higienizar los utensilios, esterilizar los frascos y todo realizarlo en un ambiente limpio.
Sin embargo, creo que lo más difícil de la mermelada es cultivar la paciencia de no arrebatarla. Mermelada apurada, es incomible.
Hay que dejar que se cueza a fuego lento, a su tiempo (que nunca es exacto, sólo aproximado) revolviendo de a ratos, y estar ni muy cerca ni muy lejos. Una atención permisiva, no obsesiva.

Mermelada-de-frutillas¿No sería maravilloso poder hacer lo mismo con nuestras relaciones? Tener la paciencia de no sobrecargarlas, de cuidarlas, pero sin estar todo el tiempo encima… Y sobre todo, permitirnos saborear el resultado.

Sabemos que la mermelada “está” más por nuestro olfato que por nuestra vista. Tal vez, porque la civilización ha dejado a este sentido, tan necesario para otro momento de la humanidad, rebajado a una segunda categoría. Y sin embargo, tan necesario para situaciones que requieren de una decisión rápida.
La mermelada es un proceso y a la vez, un resultado. De nuestra acción y omisión, de nuestra paciencia o impaciencia.
Un sabor delicado se puede asomar entre la conjunción del azúcar con la fruta y deleitarnos, el cuerpo y el alma, dándole y dándonos más dulzura al mundo.

¿Usas tu olfato para detectar cuando las cosas marchan bien o no? Es un lindo entrenamiento pararse al lado de la olla y revolver, estar atentos y no perder ocasión de oler y probar qué tal va nuestra mermelada. ¿Te animas a preparar la tuya? Dale!!!!!! Y yo quiero probar también!

Palabras relacionadas: procesos, paciencia, relaciones, resultados

De viajes y desafíos

El otro finde estuve en Mar del Plata y fue mi primer viaje “al volante”. Entre el gps y las indicaciones de mi compañero de ruta (y vida) logre llegar al rumbo indicado.

Existieron dificultades y contratiempos, sí. El peor fue una multa y el menos díficil, bancarme el calor por tener el sol de frente y el cuello muy contracturado. Yo comencé a conducir “en serio” hace menos de dos años. Este es mi primer viaje largo (400 km de manejo) y tuve una relación de amor-odio con el conducir, las reglas y “sentir el auto”.

Al principio, cuando recien salía con el auto a manejar (y más en un tráfico como el de Buenos Aires), me bajaba con taquicardia y salía asustada. Tuve varios meses así, hasta que, de a poco, la presión empezó a ceder, me sentí más segura y pude, gracias a la práctica, tener más dominio de la situación. Ahora que hace rato que manejo, pude tener mi momento de gratificación al volante: manejar al lado del mar, en un día de sol, escuchando música y conversando. Las charlas de viaje siempre son muy ricas, me sacaron de la rutina y me puse en sintonía con el movimiento del auto. ¡Viajar siempre me cambia la perspectiva de todo! Nos renueva, y al conocer lugares donde no estuvimos, nos permite tomar distancia de nuestras precupaciones diarias y darles una dimensión diferente.

Aprendí que ante una situación nueva, que me genera un desafío, la primera reacción es tener miedo, en no confiar en mí misma, autoboicotearme. ¡Cómo cuesta salir de la zona de confort! horizonte 2Y sin embargo, siempre hay algo, un deseo o una necesidad que me  empuja, que hace que el miedo, de a poco, vaya cediendo. Comprendo que no es magia, ni manejar, ni terminar un trabajo inconcluso, ni buscar nuevos horizontes: es ponerse al volante y decidir por donde ir. Ese miedo enfrentado en pequeñas dosis y no de golpe, se va desvaneciendo y dando lugar a la experiencia, ampliando mi horizonte. Cuando aparecen esas actividades nuevas, me recuerdo que no son tareas imposibles, son tareas que requieren esfuerzo, constancia y aprender a comprender mis propios altibajos ahí en donde se ponen en juego mis expectativas y frustraciones, como en la ruta.

Y a vos ¿qué situaciones te movilizan y/o te dan miedo?

 

Palabras clave: viaje, desafío, aprendizajes, confort

Solo por hoy… ¡ACCIÓN!

“Para hacer un camino de mil millas, se precisa dar el primer paso”…

Lao Tse

Sí, solo por hoy me dedico a HACER, ACTUAR, ACCIONAR… Todos los verbos que se asocian con el movimiento, a ir para adelante, a no postergar más para mañana lo que podemos hacer hoy.  Asumir la responsabilidad de nuestras tareas, y obrar en consecuencia.

Hacer una acción, por pequeña que parezca, es mi “tip” para salir de mi momento de inacción, de frustración, de no saber qué hacer para salir de ese estado de larva en el cual me siento, paralizada.

Acción, es hacer que las cosas sucedan. No esperar, generarlas, poner primera y salir, no bajar cambios, subirlos y tomar velocidad y estar en el camino.

Propiciar, no esperar a que te llamen, llamar y generar encuentros, oportunidades de trabajos nuevos, negocios, nuevos contactos.

Arrancar con el gimnasio…film-claqueta-accion

Retomar un trabajo inconcluso…

Anotarte en el próximo evento de reunión de emprendedores…

Arrancar con ese curso on line que te gusta y no encontrás tiempo para hacer… ¿Viste los cursos que ofrecemos?  ;0)

Sólo por hoy: ¡¡ACCIÓN!! Vos podés salir de la cómoda queja a la positiva acción. Al fin, y al cabo, vamos a ser recordados por lo que hacemos, no por lo que pensamos que íbamos a hacer….

Ponerse en acción en la dirección correcta. Cuando es la dirección correcta, todo se simplifica. La gente aparece, los recursos también. Abandonarse a la acción es confiar en que el destino, la suerte o Dios, como quieras llamarlo, nos ayudará. El universo “se alinea” y no es una solo una frase de Coelho.

 

Palabras clave: acción, decisión, primer paso

 

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Somos seres emocionales que razonamos

Al contrario de lo que se suele pensar, no somos seres racionales que nos emocionamos, sino, según el decir del biólogo Maturana, somos seres emocionales con la capacidad de razonar.

Antes de pensar de manera lógica, sentimos: un olor, una canción, un lindo atardecer pueden ser disparadores diversos para evocar y recién después de la emoción viene el razonamiento. Las neurociencias nos dicen que lo que se aprende por emociones es lo único que nos queda permanentemente en el cerebro.

¿Cómo está compuesto nuestro cerebro? Básicamente tiene tres “capas”: un cerebro reptílico, que solamente sirve para las funciones básicas del cuerpo y para reaccionar (reflejo-respuesta), un cerebro límbico que es nuestro almacén de emociones y recuerdos, estrechamente ligados, y por último un neocórtex, que es el cerebro racional y el que puede procesar esas emociones.

El neocórtex, por así decirlo, es una “nueva adquisición” de nuestra especie, ya que se desarrolló hace solamente 100.000 años. No es de extrañar, entonces, que contrariamente a lo que esperaríamos, no nos dominan los razonamientos, sino las emociones.

Si me pongo a pensar en esto, luego de tanta educación universitaria y racional, me doy cuenta de que en realidad todo pasa por la emoción, todo se tamiza por lo que nos pasa por el cuerpo, por los sentidos. Las relaciones con uno mismo, con el resto, con los objetos. Con el tiempo y el espacio.

Y siendo la emoción tan fugaz emociones rety cambiante como el tiempo, es importante saber hasta qué punto nos dominan y hasta qué punto podemos educarlas. No pensar en emociones malas y buenas, sino pensar por qué aparece esa emoción, qué nos está diciendo de nosotros mismos y la relación que tenemos con nuestro entorno. Le damos la bienvenida a la alegría, al amor, a la comprensión y a la solidaridad. ¿Por qué no hacemos lo mismo con el enojo, la ira, la tristeza y la frustración? No son más que advertencias sobre situaciones que queremos cambiar en nuestras vidas, que muchas veces desoímos, tapándolas de racionalidad.

Es maravilloso de vez en cuando, tomarse un vino, hacer una fiesta, regalarse a uno mismo algo rico para comer… ¡cualquier mimo es bienvenido! Pero también respetar la tristeza, la melancolía, el enojo… Que algún aprendizaje traerán. Si están allí, no es porque sí. Tapar la tristeza con una alegría forzada puede incluso enfermarnos. Bloquear el enojo no resuelve problemas. Hablar de eso, o hacer introspección, nos trae la riqueza de cada emoción.

Soltemos un poco el control racional de nuestras emociones, y exploremos y validémoslas.

Y vos ¿cómo estás viviendo tus emociones?

Palabras clave: neurociencias, emociones, cerebro, razonamiento