Hace poco empecé a ir a clases de danza tribal. Al principio se parece a la danza árabe, y me sentí un poco fuera de lugar, pero aún así me ganó la curiosidad. ¿Qué tenía de especial esta clase de baile?
Una diferencia es que se baila con la más diversa música. La danza tribal se adapta a todo, e incluso, luego se puede fusionar con todo. Pero eso no me pareció lo más importante. Lo que me llamó la atención es que en tribal no se hacen coreografías, sino que se hace una improvisación coordinada. ¿Cómo es eso? Es un maravilloso trabajo de equipo.
Paso a contarles: lo primero que se aprende en las clases, es el lenguaje. Éste no es un lenguaje verbal, sino corporal. La danza es coordinada por una líder, que hace gestos o movimientos para comunicar qué viene después. No se establece previamente más que la entrada y algún detalle; el desarrollo de la danza es una improvisación de la persona que está liderando, y las demás la siguen. Se hacen rondas y ese liderazgo es compartido; en la ronda se puede cambiar de líder, o bien decidir continuar con la misma (que no suele ser lo usual).
Es crucial, entonces, el papel del contacto visual. Lo que se comunica con el cuerpo, y lo que se comunica y recibe con la mirada.
Se me ocurre pensar que la danza tribal encierra una enorme enseñanza para la vida: que muchas estrellas brillan más que una en el escenario. Que el trabajo grupal y coordinado, es más poderoso que el trabajo individual, en cuanto al resultado. Que la persona que momentáneamente tiene un lugar destacado, cuando se cansa, puede dejar ese lugar para ser ocupado por otra.
Y sobre todo, que nadie es imprescindible, pero que todos somos importantes. No es lo mismo bailar de a dos que de a tres, de a ocho o de a diez personas. Si la danza estaba prevista para cinco personas, y termina siendo realizada solamente por dos, se desluce, el espectáculo ya no es el mismo.
Si yo tengo un compromiso con el grupo, soy parte de la fortaleza del grupo. Hay una diferencia si yo estoy o no. Y si bien no soy imprescindible, mi lugar y mi trabajo recaerá en los demás si no estoy.
Más allá de la danza, cuando cada persona tiene una función en un equipo, se supone que las demás confían en que cada uno desarrolla su rol para que el trabajo sea bien hecho. Estar supliendo partes que deberían haber realizado personas faltantes va en detrimento del resultado de ese trabajo.
Ser parte de un equipo requiere compromiso, y responsabilidad: si me comprometí a hacer algo, y finalmente no puedo, no es cuestión de pedir disculpas y listo. La idea es ver de qué manera re-pactar ese compromiso para que el resultado sea el esperado, y que los demás integrantes del equipo no se vean sobrecargados o perjudicados.
Comunicar si queremos cambiar nuestro rol. Comunicar si queremos que nos reemplacen. Comunicar si queremos liderar. Siempre, comunicar. No desaparecer sin avisar o sin medir las consecuencias.
Vos, ¿cómo trabajás en equipo?
Palabras clave: equipo, liderazgo, coordinación, comunicación